Los coparticipantes de la luz: Prólogo

  1. Los cuentos folclóricos que hablan del proceso creativo del Shahnameh (El libro de los reyes, épica nacional persa), muestran a Ferdowsi (c. 940–1020) dentro de un castillo donde, en su aislamiento, narra la imagen mitológica de Persia desde el génesis hasta la conquista árabe. Dicen que le pidió al rey un castillo rodeado de valla para que nadie se acercara a las fronteras de la escritura. Todo él que intentaba de cruzar la cerca era responsable de su propio destino. Se dice que un día el hijo del vezir, por curiosidad, cruzó la valla para acercarse al castillo, de repente, una saeta lo golpeó y lo mató. La hija de vezir pasó la valla para recoger el cuerpo de su hermano y sorpresivamente desde el cielo cayó una lluvia de oro y joyas. Muchos años después, cuando Ferdowsi tenía terminado el libro, en la fiesta del rey le preguntaron: ¿Qué pasó ese día? ¿De dónde vinieron las saetas y las joyas? El escritor respondió: cuando el chico pasó la valla, fue cuando Rostam (el héroe de la épica) luchaba contra su enemigo, se desarrollaba una escena de guerra, el cielo estaba lleno de saetas y hachas, una de ellas lo golpeó.

La niña llegó cuando la guerra había terminado y se compartían trofeos. Se puede detener en este cuento y preguntar: ¿Cómo un texto, en su proceso creativo, interfiere con la realidad? Se puede preguntar: ¿Dónde empieza el texto y hasta dónde se expande? ¿Dónde se reúnen los tiempos mitológicos, históricos y poéticos? La interferencia del texto en la realidad ocurre en muchas otras ocasiones también. Por ejemplo, la imagen de un poeta sin cabeza que baila y escribe su último poema es una imagen conocida en la literatura persa. Cuando los mongoles le cortan la cabeza a Attar (c. 1145-c. 1221), dicen las leyendas que él tomó su cabeza y empezó a bailar y a recitar su último poema: El poema de un hombre sin cabeza. Leyendas similares existen sobre otras figuras como el Shams (c. 1185–1248), el amante y maestro de Rumi (c. 1207-1273). En estos cuentos la vida de un poeta continua después de su muerte para decir lo que no podría decir antes o para escribir el poema que nunca escribió.

  1. El texto no solo interfiere en la historia y el tiempo sino también en la geografía y el lugar. “El libro de las maravillas”, texto escrito por Mohammad Ibn-Mahmud Hamadani en siglo XII, es un hermoso ejemplo de este tipo de interferencia. Hamadani escribe su libro en una ciudad que es una de las ciudades más antiguas y más altas de Persia. El escritor reside donde se puede mirar el génesis, la geografía y a los seres vivos, desde la lejanía del tiempo y la altura de su mirador. Los pasajeros de la ruta de la seda cuando viajan, pasan por la ciudad, y el escritor colecciona sus experiencias, sus imaginaciones y sus explicaciones sobre el universo. Por ejemplo, Andalucía en este libro es una región maravillosa. Allí, hay una montaña en forma de pantera, cada roca, cada piedra de esta montaña se parece a una pantera, y sus piedras curan las heridas hechas por panteras. En Andalucía existe una ciudad toda construida de cobre. Los habitantes de esta ciudad hablan 72 idiomas. Cuando un pasajero va hacia ella escucha la voz de perros ladrando; entre más se acerca, la voz se vuelve más tenue y cuando llega a la ciudad, no hay ningún perro. Si alguien escribiera de nuevo todas las descripciones de Hamadani de las ciudades y las maravillas del mundo, resultaría un libro muy parecido a
    Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, con una diferencia: las ciudades de Calvino tienen su referencia en el mapa del alma y las ciudades de Hamadani refieren la geografía de su tiempo. Una geografía marcada por misterios. La primera ciudad del mundo en el libro de Hamadani es Sarandib, donde reside la tumba de Adán. La tumba de Adán está en el alféizar de un mar inmenso, mitad en el agua y mitad en la tierra. La ciudad está rodeada de cuatro elementos: a un lado Golzom, el mar inmenso y sin salida; al otro lado Gaf, el ombligo del universo; la montaña con su altura mitológica, del otro lado la oscuridad sin fin;
    y del otro lado, la puerta del sol. Esta ciudad mitológica es una de ciudades de Hamadani, en el mismo orden ontológico que China, Roma, Andalucía o Damasco. La interferencia del texto en la realidad, es decir, la interferencia del texto en el tiempo y el lugar, es parte de una ocurrencia histórica que desafía con la famosa frase de Aristóteles. Si para Aristóteles el arte es una mimesis de la naturaleza, en estos textos, la naturaleza y la realidad imitan al arte.
  2. Las interferencias del texto en la realidad no se limitan a las dimensiones del tiempo y el espacio. En Las mil y una noches, frecuentemente encontramos criaturas y objetos que no son lo que parecen: peces de cuatro colores que fueron habitantes de una ciudad con cuatro religiones; un mono que juega ajedrez y que antes fue un príncipe; perros que alguna vez fueron las hermanas de un carácter del libro. Si la metamorfosis para Kafka era una metáfora de condición humana en la época moderna, estos textos revelan el antiguo conflicto entre la esencia y la apariencia. Otro cuento medieval narrado por Nizami (c.1141-1209) habla de la historia de Mahan, un joven que al entrar en un lugar ve gente conocida, amable, pero nadie es lo que parece: la mujer hermosa y el amigo suelen ser diablos y demonios. Para Borges el espejo era una pesadilla, quizá su miedo surgía de la condición de Mahan, o sea, de las apariencias de sí mismo en el espejo. Ahora se puede preguntar: ¿Qué son el tiempo, el espacio y el objeto en la poesía? ¿La chimenea o el humo en la poesía son lo que parece? ¿Un poema que ocurre a finales de la Guerra Segunda Mundial, está ocurriendo a finales de la Guerra Segunda Mundial?
  3. Una vieja alegoría mística de Abdullah Ansari (c. 1006–1088) cuenta la historia de un ladrón que roba de una tienda y escapa. El dueño de la tienda no le ve el rostro, y grita “¡Ay! Ladrón!” La gente arresta a un darwish, quien tiene apariencia del pasajero más pobre de la calle, y lo llevan al palacio del rey para ser juzgado. El rey pregunta al darwish: ¿Eres tú el ladrón? El darwish responde: Sí, soy un ladrón. Llevan al darwish a la plaza principal y le cortan una mano. Sus amigos, que lo conocen, le preguntan: ¿Tú que nunca fuiste un ladrón, por qué mentiste? y responde el darwish: ¡No mentí, yo he robado mucho de dios! Esta alegoría muestra que un único texto puede ser leído tan diferentemente por dos lectores distintos. Ayn-al Ghozat Hamadani, el gran místico (c. 1098–1131) considera el texto como un espejo y cada lector observa su propia imagen en él. ¿Cómo es un espejo textual? En la gramática de lengua persa, no existen géneros y, ¿quizá esta fue la razón de que los poemas amorosos de Rumi a su amante Shams -un hombre-, al ser traducidos fueran dirigidos a una mujer? En persa se puede utilizar el verbo ‘mártir’ para ‘palma’, ‘daf, un instrumento musical’ y el ‘hombre’; o la palabra de medida es la misma para ‘camello’ y ‘hombre’. ¿Cómo es posible traducir entre estos sistemas diferencias ontológicas? ¿Un solo lector cómo se mira a sí mismo en el espejo textual persa en comparación con el espejo textual castellano?
  4. Había dicho Jean Cocteau: La poesía es exactitud. Para poder entender esta expresión de Cocteau es necesario definir un sistema de exactitud frente a la poesía; es decir, el mecanismo en el que la poesía toma su exactitud. En el mundo real, no existe un triángulo perfecto, ni un círculo perfecto, pero las formulas de geometría funcionan en él. Otro antiguo relato japonés habla de un pintor, Zen,
    a quien el rey pide pintar un círculo perfecto. El pintor pide cinco años y mucho dinero para hacerlo y después de estos años. El rey va a visitarlo. El Pintor no tiene lista la pintura y pide cinco años y más dinero. La siguiente vez, el pintor tampoco tiene la pintura y pide dinero y tiempo para dos años más. Ya, después de 12 años, el rey visita la casa del pintor y pregunta por el círculo. El pintor toma un papel blanco y enfrente del rey pinta un círculo. Se dice que este círculo fue el círculo más perfecto que jamás existió antes. ¿Qué es lo que añade la perfección a este círculo? La geometría es la ciencia de las formas, distancias y posiciones de los objetos en el espacio.
    La exactitud en la geometría es dada gracias a un sistema de axiomas. Los objetos en la abstracción geométrica son objetos mentales
    no reales, aún es posible traducir la abstracción geométrica a la realidad física y viceversa. Frente a la poesía tenemos más complejidad:
    el lenguaje mismo construye una traducción de la realidad que nunca es inocente. Para la poesía, el sistema abstracto de exactitud debe definirse en relación con el lenguaje y la realidad. Sistema que no está basado en la realidad ni en el lenguaje, pero es traducible a los dos entornos.
  5. La que hoy llamamos ‘la poesía’ no es la misma que hace mil años, pero aún hay muchos textos viejos que no fueron poesía en su tiempo pero que hoy pueden nombrarse como ‘poesía’. Shams habla de un maestro y sus estudiantes en una alegoría: era un invierno con mucho frío y el maestro no tenía un vestido caliente. Pasando por el puente de un río, los estudiantes ven una ropa de lana en el agua, le dicen a su maestro, “en el río hay una ropa, te puede servir probablemente”. Y el maestro, felizmente va al río. Pasa mucho tiempo, el maestro está luchando con la lana y sus estudiantes le preguntan: ¿Qué pasa maestro? ¡Vente con la ropa o vente tú solo!
    El maestro grita: Yo dejé la ropa, la ropa no me deja a mí: era un oso cruzando el agua en invierno. Nuestra historia con la poesía es muy parecida a la historia de maestro y la ropa de lana. La palabra ‘poesía’ no es la que aparece. Si entramos en su búsqueda al río, el río que es el lenguaje, una bestia, nos espera allá. Además, un río que es el lenguaje es un río similar a los ríos de Heráclito: no puede nadarse dos veces en él. Es decir, tampoco puede escribirse una historia de la poesía. Farrojzad (1935-1967) creía que sus poemas serían leídos tres siglos anteriores o posteriores. Shamlu (1925-2000) llamaba a los poetas de la historia como los coparticipantes de la luz. La alegoría del río nos invita a pensar en la metáfora de origen: ¿Es posible hacer una visita a los orígenes del río?
  6. Así que, describiré aquí una serie de textos para preponer una de las variaciones de un fenómeno llamado ‘poesía’ y trataré de definir su relación con la realidad. En este camino, todos los textos serán fragmentarios y utilizaré la alegoría como un sistema de razonamiento. Pensar de forma fragmentaria y por medio de alegorías es una tradición antigua que desafortunadamente está por olvidarse. Cada alegoría nos ofrece un modelo descriptivo, un modelo de la situación que es muy parecido a los modelos descriptivos en la teoría de juegos de las matemáticas. Cada fragmento dirige los pasos lógicos y los lemas de proposiciones. Cada texto investigará una pregunta, preguntas como ‘las enfermedades del lenguaje’, ‘el mágico y el milagro’, ‘La visión versus la imaginación’, etcétera.

En América Latina, la mayor parte de la tradición poética construye un diálogo con la experiencia de la poesía en Francia, España, Alemania y los Estados Unidos. Es decir, la tradición griega es una tradición presente en este diálogo, sin embargo, la tradición oriental o persa está casi olvidada. Por eso intento expandir el círculo del diálogo hasta sus dimensiones orientales. Desafortunadamente las aproximaciones turísticas de poetas como Octavio Paz a la tradición poética de Oriente, no fueron capaces de dar voz a esos territorios lejanos del ser.

  1. Nueve siglos pasados, en el libro de Hamadani, se encuentra un cuento sobre Khidr. Khidr, la corporalidad de la presencia divina en la tierra. Desde Troya hasta las fronteras de India, Khidr es el don de fertilidad y por eso es un hombre eterno y viajero. Khidr narra una historia sobre una ciudad: “Llegué a esta ciudad. Vi una ciudad hermosa. Me fui por quinientos años. Regresé, vi hilos de ruinas. Vi un pastor sobre un hilo, le pregunté al pastor: ¿No había una ciudad por aquí? Me dijo: Nunca hubo. Me fui por quinientos años. Regresé.

Vi un mar. Vi submarinistas por allí. Les pregunté: ¿No había tierra por aquí? Me sonrieron. Me fui por quinientos años. Regresé, vi un bosque de bambús. Me fui por quinientos años. Regresé, era toda arena. Me fui por quinientos años. Regresé, era todo cueva y salía el humo. Me fui por quinientos años. Regreso y veo una ciudad hermosa. Pregunto a la gente: ¿Quién construyó esta ciudad? Nadie sabe.

Yo miro al Khidr en este cuento como la poesía misma: el testigo de transitoriedad de los siglos. En estos tres mil años narrados por Khidr, muchos lenguajes nacieron y murieron en este lugar. Libre de los lenguajes, Khidr pregunta y escucha. Nueve siglos pasados en persa y ahora en castellano, pregunta: ¿Hubo una ciudad por aquí?

Justo después de acabar la Segunda Guerra Mundial, Leopold Staff (1878-1957), el poeta polaco, escribió en un poema: “He construido sobre la arena/ y se vino abajo,/ he construido sobre una roca/ y se vino abajo./ Ahora, cuando construyo, debo empezar/ por el humo de la chimenea”.

En estos textos yo también empiezo a construir por el humo de la chimenea.

Publicado en Periódico de Poesía , UNAM, Mexico

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